Resurrección Lírica

Místicos | 04/03/2021

Cuanto tiempo sin, ni si quiera, escribir unas sencillas frases. Cuanto tiempo sin la desenvoltura ni las ganas de ofrecerle a la escurridiza creatividad un gustoso pedazo de mi mente, que , abarrotada hasta los topes, mi pobre cabezota arruina cualquier asomo decente del típico terremoto creador, fugaz, neurótico.

Algo corretea. Intuyo un nuevo brío, como un desértico paraje inmóvil al cual, de repente, se le brindan minúsculas pero incontables perlas de vida, de esperanza por volver a levantar esa vegetación que se anhelaba desde la impasible muerte paralizante.

Percibo ese acorazonado alzamiento de mi extremo labial derecho que me insinúa somáticamente que la picaresca mental está por aparecer de un momento a otro y, lentamente, me absorbe una buena cantidad de fantasiosos deseos por plasmar en cualquier medio.

Sí, agradezco esa sensación que homenajea al arte con diminutos empujones para que, desequilibrado, pierda mi centro racional y me vea dirigido a la zona donde se fraguan los mejores y peores sueños de las abstracciones humanas. Y ahí, ya aniquilada la totalidad de mi compostura mantenida en el plano superficial, tome forma la disparatada locuacidad de mi inconsciente y, de nuevo, complete el círculo y pague el peaje, el peaje que se debe pagar para tener una mínima comprensión del logos cósmico, de ese marchamo de autenticidad que espero que tenga esta irrepetible vida.

Vuelvo a recogerme y espero haber obtenido de nuevo la maravillosa sensibilidad que me arrope y distraiga del mundo de los sentidos más viscerales.

Aleluya.